Los espacios de coworking como nuevo santuario para los emprendedores
- Posted by VirtuosoEditor
- On 27 julio, 2016
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Cuando una persona decide dar el paso y convertirse en emprendedora, las cosas no resultan fáciles. Trasladar un proyecto a una idea de negocio que funcione, es un reto realmente complicado, y supone un camino lleno de baches para aquellos que deciden transitar por él.
A menudo, las trabas para que el emprendimiento sea un éxito se basan en cuestiones técnicas. Una mala propuesta, un proyecto no del todo consolidado o iniciativas mejores por parte de la competencia pueden llevar al fracaso de nuestra idea de negocio. Pero otras veces, los problemas no están relacionados con nuestro proyecto empresarial, sino más bien con cuestiones relacionadas con la financiación o la gestión de la idea. En cualquier caso, emprender no es tarea sencilla, por lo que debemos armarnos de paciencia y ánimos para que nuestro proyecto llegue a buen puerto.
Programas como Talentum o Wayra de Telefónica suponen una buena vía para aquellos que deciden lanzarse a la aventura de emprender, pero, ¿existen más obstáculos que tengan que superar los que se inician en el autoempleo? Cuando la idea de negocio, la logística, el equipo de trabajo y la financiación están definidos, ¿es posible que tengamos ante nosotros nuevos retos? La respuesta es sí.
La soledad del emprendedor
Bernie De Koven es un diseñador de juegos norteamericano que en 1999 acuñó el término coworking para referirse a aquellos espacios comunes compartidos entre trabajadores con diferentes proyectos, que no necesariamente colaboran o cooperan entre sí. Simplemente, les une un mismo lugar donde desarrollar sus ideas y emprender.
A menudo, no solemos considerar que uno de los desafíos del emprendedor sea la soledad. Resulta curioso, ¿verdad? Pensar en cómo crear una empresa suele suponer afrontar problemas técnicos, logísticos y financieros, pero también a menudo obviamos la parte emocional, inherente a las personas, y que puede darnos bastantes quebraderos de cabeza.
Imaginemos: somos emprendedores, trabajamos desde casa y nuestro negocio va viento en popa. ¿Puede fallar algo? A veces sí. Comúnmente, las distracciones, el no saber desconectar y la propia soledad, son factores que no tenemos en cuenta cuando valoramos el trabajo de aquellos que apuestan por el autoempleo. Por ello, aunque los espacios de coworking fueron planteados en 1999, no se convertirían en una realidad hasta el 2005, cuando Brad Neuberg fundó The Hat Factory, un espacio donde tres trabajadores freelance desarrollaban sus proyectos.
La importancia del coworking ha crecido exponencialmente. Tanto que de 2010 a 2012, había aumentado en un 400% el número de espacios de este tipo en todo el mundo. Pero no debemos entender estos lugares simplemente como localizaciones comunes de trabajo, sino más bien como entornos que fomentan la colaboración.
Fue en Estados Unidos donde primero se lanzó esta iniciativa, pero en el continente europeo no nos hemos quedado atrás, y hemos copiado la idea norteamericana, trasladando estos espacios comunes a la forma de trabajar de muchos emprendedores. Alemania encabeza el ranking comunitario, aunque España no se ha quedado atrás en el lanzamiento de este tipo de espacios. Según un informe publicado este mismo año, nuestro país cuenta con 199 localizaciones dedicadas al coworking, situándose en el tercer puesto a nivel mundial, con más espacios incluso que Reino Unido. Un dato curioso, ya que tradicionalmente se piensa que Londres encabeza la creación de este tipo de zonas de cotrabajo.
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